Estoy cansado, jefe.

La exposición que veréis a continuación es una muestra del trabajo de artistas que han formado parte del equipo de Galería Nueva durante este año. No es casualidad que, al proponerles realizar la exposición, los temas principales que surgieran fueran el cansancio, la sobreproductividad, la falta de identidad y el ansia sumada a la incerteza.

Byung-Chul Han, en La sociedad del cansancio, propone varias de las claves que nos han llevado a ser, en definitiva, una sociedad cansada. En plena era de la ultra-reproductibilidad, en la que las imágenes y el contenido se difunden a velocidad de TikTok, parece imposible asumir toda la información que tenemos al alcance. Se proyecta como una distopía de las posibilidades que Benjamin veía en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Las decisiones se vuelven cada vez más rápidas, no hay espacio para la crítica reflexiva y acudimos a posicionamientos cada vez más polarizados, fruto de esa velocidad y falta de reflexión.

Este primer contacto con el mundo del arte ha servido a estxs artistas para vivir en carne propia la experiencia: encontrarse con la posibilidad de trabajar en el ámbito que les apasiona a la vez que darse cuenta de su precariedad y dificultades. Para muchxs, significa el último curso del periodo estudiantil y dar el paso a la profesionalización de su práctica. No existe un periodo de descanso, de reflexión. El “realismo capitalista” que anunciaba Mark Fisher no deja espacio para eso, y el convertirse en una herramienta más del sistema no es ya una opción, sino una obligación. ¿Cómo producir una obra original y “perfecta”? ¿Cómo encajar en el mundo del arte? ¿Cómo empezar a profesionalizar mi práctica? Ahí es cuando aparecen las dudas: sentirse un impostor entre miles de ejemplos a los que compararse, buscar una individualidad a la vez que una pertenencia de grupo característica del ser humano, luchar con una constante frustración de llegar a objetivos y metas rápidamente sin tiempo en poder detenerse en los procesos, ya que, si no, te quedas atrás. Tal y como concluye Han, solo la reflexión nos podrá salvar del agotamiento generado por la autoexplotación, y esta exposición funciona como una llamada de emergencia a través del mundo del arte, uno de los pocos espacios que aún nos pueden salvar.

 

Las obras de Andrea Galazo (Getafe, 2003) y Alicia Drolma (Talavera de la Reina, 2002) crean un diálogo que reflexiona entorno al descanso. Mientras que la obra de Galazo propone la experiencia del viaje como espacio de pausa, en el que huir de la ultra-reproductibilidad cotidiana a través de la experiencia del dibujo y la pintura a plein air, la obra de Drolma muestra la incapacidad de descansar. El espacio de la cama se proyecta como un espacio incómodo en el que se abandona la fantasía infantil anterior y solo queda la preocupación adulta. El propio acto de pintar se convierte en una herramienta de reflexión, en el que a una le sirve para huir de la presión cotidiana mientras que, la otra, se sumerge de lleno en representar esas inquietudes.

Si algo caracteriza al ser contemporáneo es su indefinición. Recibimos tantos in-puts que parece imposible quedarse con algo, y eso acaba afectando a la construcción de nuestra personalidad. Se nos obliga a una toma de decisiones de forma vertiginosa, que desecha la capacidad de reflexión crítica y acaba desembocando en una polarización banal. De la incapacidad de definición es de lo que hablan las obras de Raquel Ocaña (Madrid, 2003), Elena Pérez (Madrid, 2004) y Javier Liedtke (Tenerife, 2002). El trabajo de Ocaña muestra el gran abanico de influencias que se reciben en la era contemporánea para definir la personalidad de unx mismx, en la que la necesidad de pertenencia a un grupo a través de referencias “virales” acaba moldeando una forma de ser que muchas veces es efímera, cambiante y frágil. Por su parte, Elena Pérez representa una figura con varias cabezas que simboliza el cúmulo de presiones y autoexigencias a la que se enfrenta el propio individuo dentro de su ser, abrumado por un horizonte enorme de expectativas proyectado, en gran parte, por las redes sociales. De la misma forma, Liedtke utiliza la metamorfosis para representar la somatización sentimental. Las figuras que vemos en sus piezas padecen diferentes transformaciones que hacen referencia a los sentimientos internos, que él convierte en expresiones figurativas surrealistas.

Por último, las obras de Sara Rojo (Madrid, 2002) se centran en la representación de los espacios de espera. En la era de la sobre productividad, estos espacios se vuelven hostiles, en los que la consumición de contenido en Internet, la alienación y la impaciencia acaban por invadir toda la atmósfera del lugar. Aquí aparecen las alegorías que Rojo retrata: seres deshumanizados, híbridos, que representan esa pérdida de horizonte. Los espacios de descanso y espera se convierten en lugares de transición y los seres que los habitan se deshumanizan hasta llegar a la crisis existencial.

Comisariado y texto: Gerard Zamora Jiménez

Estoy cansado, jefe

Alicia Drolma

Andrea Galazo

Javier Liedtke

Raquel Ocaña

Elena Pérez

Sara Rojo

Comisariado por: Gerard Zamora Jiménez

Organiza: Galería Nueva

Del 8 al 26 de julio de 2025
GN Las Letras