Perder un latido. Teoría del Arte.
A partir del próximo 27 de febrero, y hasta el 23 de marzo, se presenta en la Galería Nueva Carabanchel (C/ Alejandro Sánchez, 94) la exposición “Perder un latido”, comisariada por Ana Melo (www.teoríadelarte.es).
Coincidiendo en el tiempo con ARCO y el resto de las ferias de arte que se celebran a primeros de marzo en la llamada “Semana del Arte de Madrid”, cuando la ciudad se convierte en el centro de atención internacional del mundo del arte contemporáneo, la exposición presenta el trabajo de los reconocidos artistas Coro de Egaña, Julio Galán, Francisca Martín y Alberto de la Torre.
La expresión “perder un latido”, que da nombre a la exposición, describe la emoción derivada de la reacción física que se desata ante aquello que nos admira o nos asombra. Las obras seleccionadas para la exposición tienen la capacidad de producir ese efecto, de hacernos perder un latido.
Ya sea por las técnicas, los juegos cromáticos, los materiales, las temáticas…, las pinturas y esculturas atrapan de una forma sutil pero que no dejan escapar, activando el subconsciente y exigiendo la reflexión.
Las pinturas abstractas de Coro De Egaña son el resultado de una completa libertad creativa alcanzada tras conseguir romper con las rigideces académicas. La formación y la técnica, una vez adquiridas, no pueden frenar la expresión artística.
Sus obras son el resultado del estudio e investigación de las conexiones estéticas, plásticas, históricas y políticas que se extienden desde Oriente a Occidente y viceversa, generando un mensaje visual que se integra en nuestro ADN. En sus obras ambos mundos coexisten, se desafían y se destruyen para volver a recuperar el equilibrio, dando lugar a una realidad radicalmente nueva.
Julio Galán participa en la exposición con dos proyectos: uno de escultura y otro de pintura, muy distintos pero representativos del trabajo del artista. Se trata de “Imperio Código” y de “Génesis”.
“Imperio Código” es un proyecto pictórico en el que Galán recorre la evolución los símbolos, signos y códigos como elementos credos para saciar la necesidad humana de comunicarnos. Un estudio semiótico que reflexiona sobre cómo unos elementos más o menos abstractos son capaces de generar conocimiento en la mente del receptor.
“Génesis” es un conjunto escultórico de Arte concreto, en las que la abstracción de las figuras geométricas está por encima de cualquier tipo de figuración, ilusión o simbolismo. Materiales y colores que se muestran como son. Obras de belleza objetiva. Materiales reales, espacio real.
Ambos proyectos sintetizan el trabajo de Galán: fuerza en las imágenes, colores puros y limpios y demanda de reflexión e introspección personal ante lo objetivamente bello.
La intimidad es el elemento en torno al cual gira la obra de Francisca Martin. Alejándose de cualquier otra idea, la intimidad representada por el cuerpo femenino nos habla de la vulnerabilidad, de despojarse de toda protección para buscar el contacto y la interrelación más pura. Para ello, nos demuestra que la imagen es más fuerte que el lenguaje, y que en muchas ocasiones el silencio es el que más dice.
El magistral uso del blanco y el negro, junto con la infinita escala de grises, permite a Martín resaltar las formas, las texturas y las sombras hasta crear una imagen clara y directa, potente, jugando con la dicotomía entre presencia y ausencia, entre lo dicho y lo callado.
La obra de Alberto de la Torre se caracteriza por una visión dualista del objeto pictórico, en la que la única certeza posible es la dimensión del engaño. Todo es fruto del estudio, la contemplación, la reflexión y el instinto.
Detrás del impacto inicial de las formas y materiales de sus trabajos, de la Torre parte de sus obsesiones personales —la botánica, el reino de los insectos, la figura humana, la psicodelia, la ciencia ficción— para hablarnos, con un lenguaje entre lo científico y lo metafísico, sobre lo real, lo imaginario y lo simbólico. Narraciones que son, al mismo tiempo, un desafío y una revelación.
Con sus pinturas quiere desconcertarnos con lo que se esconde tras lo aparente. Jugando con el tiempo y el espacio, nos pierde para que nos encontremos, utilizando el asombro como motor de reflexión. Los espacios irreales, plagados de infinitos detalles perfectamente dispuestos en un caos ordenado, nos hablan de las conexiones orgánicas y filosóficas que subyacen en todo cuanto nos rodea.