Poética de madriguera. Enay Ferrer
María Zambrano (Málaga, 1904 – Madrid, 1991) concluyó en su teoría que «Filosófico es el preguntar, y poético el hallazgo», cita que nos sirve como punto de partida para comprender el camino que ofrece esta muestra frente a nuestros sentidos. Y, es que las experiencias vividas por la filósofa malagueña —entre ellas la guerra, el exilio o la dictadura—, dieron lugar a concebir la relación entre la filosofía y la poesía de manera distinta a como se venía haciendo en el pasado. La pugna entre estas dos había posicionado a esta segunda como una ficción, un engaño o una apariencia, respecto a la esencia. A esta consideración, Zambrano dio alas a La Razón Poética, aporte teórico que conduce hacia un estilo filosófico que vinculaba la filosofía y la poesía, donde la primera de ellas dialogara con otros saberes como son la literatura, la poesía o el arte. Si la filosofía es praxis, es decir, acción transformadora y, la poiesis es creación, entonces, la razón poética podría definirse como la razón creadora atenta a la experiencia; los sentimientos experimentados son capaces de generar impactos vitales procurando un nuevo nacimiento. De su reflexión brotaba un deseo de transformación, una razón mediadora entre la filosofía y la poesía siendo su objetivo este diálogo entre pensamiento y vida, ya que el primero en muchas ocasiones por su carácter abstracto se aleja de la segunda y ésta desatendida se convierte en inaccesible para el pensamiento.
Asimismo, esta teoría nos permite transitar por la obra de estas cuatro artistas en las que su acercamiento al arte no ha sido analítico, sino poético, la experiencia. De esta manera, cada una de ellas aporta mediante sus trabajos una realidad muy ligada a este apotegma: desde las profundidades de la mística del entorno con Carla Nicolás, a las raíces y sus entresijos con Cristina Ramírez, la memoria y la otredad de Elián Stolarsky o la transformación de Alba Lorente.
[Extracto del texto de Alejandra Rodríguez Cunchillos]