Síntesis Aditiva. Escuela Universitaria de Artes TAI

SÍNTESIS ADITIVA
1. Eugenio, el farero de un pequeño pueblo gallego, mientras contempla el mar
cuenta cada ola haciendo inventario de los marineros que no han vuelto, de las
lonjas que ya cerraron, de las fábricas fantasmas o del tiempo que le queda al
percebeiro hasta ser arrollado por la siguiente rompiente. La luz de la linterna del
faro sigue titilando sin descanso, pero ya a apenas quedan barcos que se dejen
seducir por su brillo, y mucho menos sirenas en las leyendas que las mariscadoras
cuentan a sus hijos, ahora parapetados detrás de una pantalla. Eugenio se frustra,
¿Podrá seguir siendo esta tierra de arrebatadora belleza e infinitas provisiones
nuestra cuna y nuestro nicho? ¿Sabremos transformarnos para permanecer igual?
Y este vigilante de las tinieblas, escrutando la espuma, es consciente de que a
cientos de kilómetros un río verterá ahí sus aguas, pero no imagina, o tal vez forme
parte de sus apesadumbrados pensamientos, que este río, en apariencia sinuoso,
sensual, elegante y cristalino, llega envenenado y moribundo. Y el río se pregunta
por qué su tierno lecho ya no puede favorecer la vida, qué habrá hecho él para
merecer este castigo.
2. Es tarde ya, Sofía se abalanza sobre el armario para coger cualquier cosa de
ropa, ahora ya todo le da igual, se siente fantástica sin necesidad de pasar horas
frente al espejo hasta verse como a los demás les gustaría reconocerla. Soy lo más,
ya lo era antes, solo cambia el envoltorio, quizás el problema, estoy segura, lo
tengan los demás. Yo no he cambiado, pero hay otra mucha gente a la que un giro
no le vendría nada mal. Sofía se enreda en sus pensamientos mientras se envuelve
en la toalla camino a la ducha. Le encanta el agua casi fría, aunque el casero podría
estirarse y arreglar la caldera de una vez. Al principio parecía majo ¿no?, pero no
dejaba de judgarme con su mirada mientras firmábamos el contrato. Es muy tarde
ya, y aun así Sofía se recrea en sus decisiones. Hice lo que debía, bueno, lo que
sentía. Por qué obligarme a comportarme como Santi, qué documento o qué
conclusión científica es capaz de dictar mi género.
Ahora, con todo el cabello enjabonado, va más allá y se pregunta a qué se refieren
con eso de ser una mujer completa. ¿Tendría que tener pecho, un sexo distinto,
mancharse las manos de sangre con cada menstruación…? ¿Sería todo así más real,
más auténtico? Sofía nunca ha sido de convenciones, los imperativos morales o
patriarcales poco le han importado, está por encima de todo eso. Hoy, al final, no
ha llegado tarde.
3. Sólo porque el fiestón lo merece y porque la camiseta me flipa. Vale que llevo
dos horas dando vueltas por la tienda, pero para una vez que me decido rápido
resulta que no saben si hay mi talla. Qué cantidad de ropa sosa, cuánta arruga,
madre mía qué currazo para el que le toque doblar todo esto. ¡Dios qué musicote!

No puedo entender que haya gente que no alucine con el tecno, podría estarme así
hasta el lunes, bueno, y toda la eternidad.
Iván, ¿de verdad vas a ir así vestido? ¿y no os cansáis tantas horas fuera de casa?
Pues qué hacéis, porque solo bailar no creo. Yo a ti no te digo nada de los bodrios
que te tragas en el teatro. Pues la obra a la que fui ayer te hubiera encantado, la
trama, de primeras, era un pelín triste: una señora mayor que se queda viuda tras
décadas de matrimonio. Acostumbrada a pensar en dos y para dos, ahora tiene que
aprender a estar sola. Pero es muy bonito cómo empieza a acercarse a su familia de
modo diferente, hasta con más seguridad. En un pasaje de la representación sale
con otras amigas, también viudas, a una sala de baile de esas para mayores. La
escena es fantástica, todas sonríen y se abrazan mientras bailan. Se han puesto unos
vestidos preciosos, nada de oscuridad, solo colores luminosos, con una caída y unos
plegados muy sensuales. Me quedé embobada con las formas caprichosas que
dibujaban las telas y como se adaptaban a su cuerpo. Toda una generación de
mujeres bailando unidas. Si paso por ese trance estoy segura de que recordaré
siempre a estas mujeres danzando. Vale mamá, me alegro que lo disfrutarás,
súbeme la cremallera que la camiseta es nueva y va fatal. Un beso que me voy.
4. Está muerto de sed, pero también se muere de miedo. No será la primera vez
que cuando se agache a beber le lluevan mil collejas. Por eso Adrián esta vez no se
para, sigue de largo y atraviesa el larguísimo pasillo hacia el aula. En realidad, el
corredor no es tan largo, pero a él se le hace infinito. Se detiene frente al baño,
siempre que quiere pasar espera a que haya alguien dentro, estar allí solo y que
alguien entre de golpe le aterra. En clase se queda fascinado con el profesor de
Être et avoir, un documental que muestra la fantástica convivencia de los alumnos
de una pequeña escuela rural. ¡Vaya!, qué manera de escuchar y cuidar a cada
alumno, cualquier problema, por pequeño que parezca, es gestionado de modo
colectivo, no hay rivalidades, ni peleas, ni ganadores ni perdedores. Todos son
iguales y todos caminan juntos. Suena el timbre, Adrián mira al grupo de chavales
que están abajo en el patio, da por seguro que no le invitarán a casa de Tomás a
jugar a la Play. Hola Adri, ¿en qué piensas? te acompaño al patio. Adrián sonríe y
baja tranquilo hablando con Jesús, el profe de ciencias. Nunca antes lo había
pensado, pero mirándolo fijamente mientras descienden las escaleras, le recuerda
muchísimo al profesor del documental que acaban de ver y, sonriendo, se da cuenta
de que ya no está tan solo.
Jesús tampoco está solo, toda su familia y sus amigos han estado siempre a su lado.
También ha tenido miedo, muchísimo, pero lo ha puesto a raya. Todavía recuerda,
perplejo y estremecido, la noticia de la oncóloga. Ni siquiera sospechaba que un
hombre pudiera tener cáncer de mama. Por qué a mí. Ha sido un camino largo, muy
largo, pero ahora empieza todo, de nuevo. Rendirse era lo más fácil, pero Jesús no
podía permitirse fallarse a sí mismo, a los que le acompañaban ni, por supuesto, a
alumnos como los del documental que tanto estimuló a Adrián.
5. Tamara se ha citado con Ángela, una artista ecuatoriana que trabaja con
cerámica. Su estudio es loco, caótico, lleno de color y de una energía salvaje, la

propia Ángela tiene una personalidad arrolladora y un sentido del humor bárbaro.
¿Quieres tomar algo? cualquier cosa me lo pides o lo coges, detrás de esas cajas
está la cocina. Ángela está muy excitada, nunca antes ha participado de un retrato
suyo en que su colaboración sea fundamental. Para empezar, y porque así cree que
se verá mejor representada, decide que quiere estar rodeada de todos sus trastos:
pinceles, botes de pintura, rascadores, tornos… A Tamara le parece una gran idea y
esto le da alas a su modelo para ir más allá. ¿Crees que podría desnudarme? Para
una vez que una fotógrafa quiere retratarme. Claro, adelante, se lo más natural y
libre que puedas, pero vente más hacia acá que hay una luz estupenda. Ángela se
lo toma al pie de la letra y se desviste. Se apoya en una mesita para descalzarse y se
pringa toda la mano de arcilla húmeda. Ambas sonríen. En un acto casi involuntario
la ceramista comienza a embadurnarse el cuerpo con la arcilla, al principio despacio,
hasta pasar a un acto frenético. Ahora las dos ríen a carcajadas y entienden que es
el momento de accionar el obturador.
La sesión ha sido estupenda, descansan después tomando un té y hablando de mil
cosas. Ángela elabora un discurso sobre cuál es la chispa en cada proceso creativo,
está segura que en este caso ha sido el incidente con la arcilla y le llama la atención
que sea un producto que se trabaja con las manos y no un impulso visual
convencional. De hecho, sus piezas cerámicas invitan a ser entendidas desde el
tacto. Tamara plantea entonces la posible traducción de la experiencia táctil desde
lo fotográfico y para sí misma piensa que, con toda seguridad, es viable.
Suena el timbre, es una amiga de Ángela. Ésta se sorprende porque, por primera
vez, Sofía es puntual.
Fosi Vegue
Comisario de la exposición

Síntesis Aditiva

Emma Álvarez Marty, Roque Abilleira, David Cavas Launay, Sofía D’Angelo, Elena Garrido Ayala, Bárbara Garrote Velasco, Paola Gómez Gualteros, Abel González, Tamara Grinberg, Aranza Hernández Urbina, Constanza Rutherford Pezoa

del 23 al 26 de noviembre de 2023