En el interior de una ballena. Álvaro Borobio

El sol brillaba sobre esa escoria,

con el fin de cocinarla en un momento,

y devolver con creces a la gran Naturaleza

todo lo que juntos ella había unido;

Fragmento de Una carroña, de Charles Baudelaire

Una de las cosas que más apasiona a un amante del arte es visitar estudios de artistas. Estos espacios cada uno los organiza dependiendo de sus obsesiones, guardando objetos y materiales. Cada artista es un coleccionista de su propia obra. Entrar a un estudio es encontrarse con las entrañas del proceso de investigación, con los restos de las acciones y manías propias del oficio, con las costras de materiales que se amontonan tras horas de trabajo, y también con futuras piezas a la espera de salir y ser vistas. En las vísceras hay siempre nueva vida gestándose; en los cadáveres pueden encontrarse larvas nuevas, esperando que les crezcan las alas.

Álvaro Borobio esta vez nos presenta el interior de su estudio, la esencia de su acto pictórico, los restos de una producción de 18 años en donde la pintura, las telas, los bastidores y otros restos, o por decirlo de otro modo, las tripas, los huesos y los retazos, se aglutinan en un caldo primigenio. Para Borobio este caldo de signos es el recoveco cerebral del imaginario del artista, algo que no se ve a priori, no es la capa externa, sino más bien el interior de una ballena.

Nicolás Guzmán

La obra de Borobio explora el dualismo entre el ámbito humano y el de lo natural, que el artista manipula a la hora de engendrar nuevas realidades que conciben naturaleza y arquitectura urbana como una sola entidad, si bien el artista se encarga de recalcar su polaridad entretejiendo (a veces literalmente superponiendo por medio de capas), representaciones y lenguajes visuales disociados.
A través de su particular expresividad, manifiesta una preocupación con respecto a la relación entre la sociedad metropolitana, el entorno natural y el papel activo que desarrolla el hombre en el encuentro entre ambos.
Mediante la paleta cromática viva y enérgica de sus pinturas, Borobio pretende despertar en el espectador estados de ánimo insólitos, trasladándonos a lugares hipotéticos alejados de lo cotidiano, siempre invitando a la reflexión. De este modo critica los ritmos acelerados de crecimiento y desarrollo que rigen nuestra realidad, ofreciendo otras alternativas en forma de lugares ficticios, distintas maneras de habitar el mundo.