Encuentro. Fátima Conesa y Maria Wallensthal-Schoenberg

La galería alemana Ulf Larsson, de Colonia, muestra nuevas obras de las artistas Fátima Conesa (Algeciras, 1977) y Maria Wallenstål-Schoenberg (Uppsala, Suecia, 1959).

La Galería Ulf Larsson se fundó en 1986 y participa en varias ferias de arte internacionales cada año. En esta ocasión podemos ver en Galería Nueva a dos de las artistas a las que representa: Fátima Conesa y Maria Wallenstål-Schoenberg

 

Fátima Conesa

Las piezas de Conesa presentes en esta muestra son el resultado de las ideas, las emociones y las conclusiones plásticas que hoy rodean a la artista andaluza, como efecto de un nuevo deambular en el proceso de indagación artística. Existe una relación con el paisaje, una pulsión por establecer cartografías que la han llevado desde su estudio a nivel micro (el rastreo sobre las huellas y marcas en el mismo – grabado), a dimensiones macro (pintura).

Emerge de nuevo esta idea de cartografía pero ya no asociada al referente físico sino a una dimensión intangible, acaso simbólica, donde perdida la alusión nos cuestionamos sobre lo que todavía sigue vigente; como un intento de tamizar el ruido perpetuo que nos rodea, desde una producción artística que no se agota en el trabajo del artista y plantea otras vías de experimentación y participación al espectador.

Los centros que ocupan hoy su obra plástica (pintura, dibujo y gráfica) se acercan definitivamente hacia un mayor grado de abstracción donde se ha perdido el referente espacial y, en cualquier caso, no siente la necesidad de establecer unas coordenadas con este: de esa pérdida surgen estas obras y otra necesidad renovada. Este motivo exige entender la obra como un continuo proceso cuyo fin no se decide a priori por el artista.

Se apoya en el concepto figurativo abordado de una manera abstracta, utilizando un lenguaje de signos propios en una investigación que nos lleva a la desaparición de los límites de las disciplinas artísticas, y en un estilo que se debate en la fina y poderosa línea trazada entre la figuración y la abstracción a través de la modulación del control y la espontaneidad.

Desde la geografía real a la geografía imaginaria, se exhibe el romanticismo de territorios que solo existen en su mente, pero que bien podría ser un hecho real  en un universo paralelo, una especie de Tierra Media que empuja los límites de la gran época dorada de los exploradores. Nos introduce en paisajes solitarios y oníricos a través de un zoom que se desplaza por cumbres hasta llegar al interior de uno mismo, en un paseo que nos lanza de la contención del color al metalizado del negro, revelado humildemente en los cartones, y a la profundidad de la amalgama de color en los fotograbados.

En la experiencia del observador en su recepción de la obra hay un deseo a forzar la intimidad e incomodidad que puedan generar las eternas preguntas de nuestra existencia, pero a la vez se otorga la posibilidad de descifrar algo de entendimiento en ese mapa de espacio-tiempo que se genera entre ambos.

 

 

Maria Wallenstål-Schoenberg

Las formas y el color en la imagen de Burger son claras, inequívocas y seguras de sí mismas. Se defienden, se afirman en su existencia. Las formas impresionantemente grandes están relacionadas entre sí y, sin embargo, descansan en sí mismas. No hay volubilidad, no hay inseguridad, operan sin dudarlo. La tensión, una especie de campo magnético, se desarrolla en los estrechos espacios alrededor de las formas y entre ellas. La razón lleva la forma. Hasta ahora, las formas que reaccionaban entre sí se tocaban y se influían entre sí en estrecho contacto. En sus últimos trabajos las formas grandes y sólidas se sostienen por sí mismas, se han encontrado, delimitadas en su evidencia, como campos de fuerza que crean tensión en el estrecho espacio circundante. Los colores son impresionantes y brillantes. Sus declaraciones son claras. Las grandes formas de color se destacan en contrastes sofisticados y complementarios entre sí, se equilibran, varían en cantidad, brillo y estructura. También forman estrechos contrastes competitivos en una familia de colores a través de diferentes ponderaciones. Maria Wallenstål-Schoenberg usa la espátula y coloca las formas empastadas sobre áreas húmedas de pintura. Aparecen capas de color más profundas, que difieren en temperatura y brillo, a menudo más oscuras y sonoras, vigorizadas por la pastosidad agrietada y permeable de la epidermis. Ahí y en los bordes de la forma, como crestas, nítidamente dibujados, las capas de color subyacentes aparecen a través de la superficie porosa y agrietada, y contribuyen decisivamente a la vivacidad, diferenciación e individualidad del color y su efecto. La riqueza de tonos que descansa casi oculta, más profunda, se abre paso a través de las huellas de la espátula en movimiento, sensualmente perceptible, como a través de la piel agrietada, y deja un patrón casi textil en las variaciones de color y brillo. En el Ciclo Samaná de 2021, una forma encuadra los bordes redondeados de color amarillo verdoso brillante con su curvatura violeta oscuro. Se podría pensar en las «curvas» de Ellsworth Kelly. La piel de color amarillo verdoso irregularmente suavizada de su redondez permite que brille un verde manzana más profundo y más frío y un rosa magenta brillante y luminoso parpadee en los bordes del violeta oscuro. Estas emocionantes yuxtaposiciones de magenta y amarillo verdoso recuerdan la provocativa paleta del expresionista alemán Ernst Ludwig Kirchner.

En Cycle As Black As It Gets de 2018, las formas de estelas negras se alzan en filas horizontales sobre un fondo blanquecino, un fondo que parece reflejar de forma nacarada el colorido oculto de las capas de negro que destellan en los bordes. En los puntos de contacto entre las formas negras brillantes, el colorido vivo de las capas subyacentes aparece como una fina banda lineal. Para Pierre Soulage, el negro es “el color más activo de todos”.

Para innumerables pintores desde Goya o Velázquez hasta Manet, Beckmann, Pierre Soulages y Ed Reinhard, el color negro era el más misterioso y atractivo de todos los colores.

Josef Albers, el maestro de las interacciones del color, enfatizó: «…el color es el medio de arte más relativo, y requiere un ojo entrenado para ver las correspondencias entre todos los colores dados». Maria Wallenstål-Schoenberg no solo nos deja descubrir en su pintura los colores visibles, sino también los ocultos.

ENCUENTRO

7 al 27 de abril de 2022

Artistas de la exposición:

— Fátima Conesa

— Maria Wallensthal- Schoenberg